domingo, 10 de enero de 2016

LIBRE ALBEDRÍO VS PREDESTINACIÓN

"Hasta que lo inconsciente no se haga consciente, el subconsciente seguirá dirigiendo tu vida, y tu lo llamarás destino”
Carl Gustav Jung


Libre albedrío o predestinación o la distinta mirada sobre el destino entre Oriente y Occidente.

Las tres religiones monoteístas principales nos han inculcado la idea de que en todo momento podemos escoger entre hacer el bien o el mal y por tanto tenemos el libre albedrío, es decir, tenemos libertad de elección entre acciones contradictorias sin ser determinado por ninguna necesidad. En cambio, las religiones tradicionales orientales siempre han creído que el destino de los individuos ya está escrito por el denominado karma, es decir, todo está determinado y todo lo que ha habido, hay y habrá y todo lo que ha sucedido, sucede y sucederá está ya preescrito o preestablecido y nuestra aparente experiencia de libertad es simplemente una ingenua ilusión de libertad.

Ambas visiones han generado problemas, para los primeros sostener este principio entre los científicos, pensadores y filósofos ha sido muy difícil, y para los segundos, en ocasiones, ha generado problemas sociales, como en la India, los privilegio de nacimiento que los situaba en una casta absolutamente cerrada y que no se podía pasar de una a otra mas que por el camino de la transmigración, es decir, a través de una nueva existencia.
A modo de ejemplo, citaré algunas de las personalidades históricas que han puesto en duda la teoría del libre albedrío.

Martin Lutero (1483-1546): Sostiene que un mundo distinto a Dios y capaz de ser y obrar aparte de Él es contradictorio. Por eso Dios y el mundo se identifican de tal forma que el hombre forma parta de Él y consecuentemente las decisiones humanas voluntarias son en realidad las decisiones de Dios.


Juan Calvino (1509-1564): Creía que desde el principio de la Creación, Dios había predeterminado ya quién se salvaría y quién se condenaría. Cristo es el único mediador entre Dios y los hombres, marcado con el sello del pecado por la caída de Adán, y sólo pueden ser justificados por la gracia, no por las obras. Esta explicación incluye, en su teoría, la doctrina de la predestinación absoluta de algunos elegidos: la gracia es un don de Dios que se manifiesta por la acción misteriosa de la Providencia. Esta doctrina es llevada a sus últimas consecuencias y defiende que Dios predestina a los hombres, también al infierno, según su arbitrio. Paradójicamente, puesto que obrar y vivir en el temor de Dios se interpreta como síntoma de que se es uno de los pocos elegidos, todos desean descubrir en sí mismos los signos de la gracia divina y obran convenientemente.


Isaac Newton (1642-1727): Es considerado como el fundador de la física clásica, dado los fundamentos básicos y fijando los métodos de la ciencia moderna. Describió la ley de la gravitación universal donde demuestra que las leyes naturales que gobiernan el movimiento en la Tierra y las que gobiernan el movimiento de los cuerpos celestes son las mismas y estableció las bases de la mecánica clásica mediante las leyes que llevan su nombre. Por tanto, en la física iniciada por Newton, el tiempo cumple el papel de ubicar y ordenar los sucesos de manera fija, como si el Universo fuese una larga película de video en donde los acontecimientos nunca pueden ser alterados. Así, todos los cuerpos han de seguir unas leyes fijas que marcan su futuro de manera inexorable.

David Hume (1711-1776): Se le considera un filósofo compatibilista porque dice que tanto el libre albedrío como la predestinación son necesarias. Hume advirtió que el libre albedrío es incompatible con el indeterminismo. Si las acciones realizadas no están determinadas por acontecimientos anteriores, entonces las acciones son completamente aleatorias. Además, si no están determinadas por el carácter o la personalidad (deseos, preferencias, valores,….), ¿cómo podría ser alguien responsable de una acción?, ¿todo sería aleatorio? El libre albedrío parece necesitar del determinismo, porque de lo contrario el agente y la acción no estarían conectados. Así que, mientras que el libre albedrío parece contradecir al determinismo, al mismo tiempo necesita de él. La concepción de Hume de la conducta humana tiene causas, y por lo tanto el hacer a las personas responsables por sus acciones, se debería intentar recompensarlas o castigarlas de tal forma que intentaran hacer lo que es moralmente deseable e intentaran evitar hacer lo que es moralmente indeseable.

Pierre-Simon Laplace (1749-1827): Estaba convencido de que todos, absolutamente todos los fenómenos de la naturaleza, incluido el comportamiento humano, obedecían las leyes de Newton y podía explicarse y predecirse a partir de ellas. Como expresión de esta idea imaginó un demonio, que lleva su nombre, al que atribuyó poderes sobrehumanos pero no sobrenaturales, que es capaz de conocer la posición y la velocidad de todas las partículas del Universo en un momento dado, aplicando la leyes de Newton, conocería el devenir de todo lo que existe, fuese cosa o persona.

Immanuel Kant (1724-1804): Para él libertad y razón se identifican. El hombre libre quiere lo que le dicta su razón, porque el ser humano se identifica con su razón, no con sus inclinaciones sensibles. Tenemos un cuerpo que nos genera una serie de necesidades según el momento: pero sólo nuestra razón es incondicional, y esta razón, en su aspecto práctico nos dice en todo momento lo que debemos hacer. De ahí que Kant identifique la libertad con el deber moral. La libertad es un postulado de la ética, no lo demuestra, pero tenemos necesariamente que suponerla porque si no, no tiene sentido estudiar la bondad o maldad de la elección humana.

Charles Darwin (1809-1882)/ Gregor Johann Mendel (1822-1884): Explican el comportamiento de los seres orgánicos, en especial de los animales y seres humanos, que viene determinado por un código genético. No somos más que la manifestación de nuestros genes, los cuales determinan nuestra condición física, como el color de nuestros ojos, pelo, piel, estatura, etc. y de nuestro carácter y sentimientos y también acciones concretas como salir corriendo ante un peligro inminente.

Iván Petróvich Pávlov (1849-1936): Conocido por formular la ley del reflejo condicionado o aprendido, en contraposición al reflejo incondicionado que es el innato o natural. La existencia en el cerebro de una actividad refleja que actúa en el sentido de adaptación del ser al medio, mediante la creación de nuevas relaciones nerviosas, por lo que existe una estrecha relación entre los seres vivos y el medio que los rodea. Inauguró lo que se puede considerar la modificación experimental del comportamiento. Podríamos considerarlo otro precursor del conductismo.

Conductismo (S. XX): Corriente que renuncia a la doctrina del alma, la mente y la conciencia, para ocuparse del estudio de los organismos en interacción con su ambiente. En la materia de la psicología estudiaría las interacciones entre los individuos y su entorno. Podríamos decir que dos siglos antes David Hume había puesto las bases de esta corriente tan moderna. Tenemos el ejemplo de la obra maestra del cine “La Naranja Mecánica” que refleja el experimento de intentar cambiar a un individuo, moralmente reprobable, premiando las buenas acciones y castigando las malas, pero parecen fracasar en su intento.

No hace falta acudir a científicos y filósofos para descubrir en nosotros mismos que existe cierta tendencia a creer que nuestro destino ya está escrito. ¿Quién no ha deseado conocer el futuro que le espera?, en el amor, en el trabajo, en la salud, etc. A pesar de que los sociólogos consideran que vivimos en una época de escepticismo y de ausencia de espiritualidad, las ciencias ocultas cobran un auge inusitado convirtiéndose en una actividad que mueve muchos millones al año. Clarividentes, videntes, médiums, tarotistas, espiritistas, quiromantes, astrólogos…. y una larga lista de visionarios que se ganan la vida haciendo predicciones, en la mayoría de ocasiones haciendo uso simplemente de su sentido común, con un público entregado, obtienen unos ingresos nada desdeñables.

En lo que parecen coincidir ambas corrientes filosóficas de observar el destino, aunque siempre hay corrientes que opinan lo contrario, es que las plantas y los animales no tienen la libertad de elección, pues todas sus acciones están totalmente determinadas por el instinto. Todos sus actos están subyugados a la subsistencia y reproducción de la especie. La búsqueda incesante de sustento les hace actuar de una manera determinada, frecuentando el mismo tipo de hábitat, migrando cuando en el que se encuentran está agotado e incluso defendiendo el territorio ante posibles intrusos; quien no ha tenido un perro que se pasa el día levantando la pata marcando con su orina todo lo que encuentra a su paso o ha visto a un grupo de palomas peleándose por unas migajas de pan. Una vez cubierta esta necesidad junto con el preceptivo descanso, el sexo o reproducción ocupa el resto del tiempo; la búsqueda de obtener una relación sexual y evitar que otros ejerzan ese derecho llevan a los machos de muchas especies a duras peleas e incluso a morir en el intento.

Con los avances científicos y técnicos actuales y los estudios de biología y comportamiento de las especies, conociendo sus hábitos, pautas sociales, genética, climatología…. podríamos emular a ese ser sobrehumano pero no sobrenatural que es el demonio de Laplace, ya comentado, y podríamos acertar el futuro de cualquier animal con una probabilidad muy baja de error, que en caso de producirse se debería a que se nos ha pasado por alto alguna circunstancia causante que no hemos tenido en cuenta.

Si tenemos esta creencia con el mundo animal, y más aún con el vegetal, ¿por qué ha de ser diferente con el ser humano? Acaso no estamos formados por la misma materia. La única diferencia con ellos es que somos más sofisticados, pero en el fondo no estamos tan distanciados.

Por eso desde Oriente nos llega lo que denominan los 8 intereses mundanos, que como pasa con la subsistencia y la reproducción de los animales, también instintivamente, dominan todos nuestros actos y por tanto nos predeterminan. Una vez definidos podemos hacer un ejercicio de reflexión si todas nuestras acciones realmente están dominadas o impulsadas por estos factores. Estas debilidades las tenemos tan integradas que no hace falta ser consciente de que las deseamos, simplemente nos vemos arrastrados hacia ellas. Estos ocho intereses o debilidades humanas los describiremos en cuatro pares.

El primer par, que para las bestias es el apego y el rechazo de la mera subsistencia, en nuestro caso queda ampliado a desear todo tipo de posesiones materiales, inmuebles, joyas, vehículos, valores, depósitos…… Nos aferramos tanto a lo que poseemos y a lo que deseamos conseguir como rechazamos todo lo que pueda ponerlo en peligro.

El segundo que para los seres más básicos es la sexualidad, en el ser humano se amplía a obtener todo tipo de placer para los sentidos y sensaciones agradables, siendo irresistible su atracción así como el rechazo de las desagradables. Tampoco nos diferenciamos tanto de las otras especies pues el sexo sigue siendo la sensación más placentera, toda vez que no sólo damos placer a los cinco sentidos con su práctica sino que además también añadimos el factor mental que para muchos se trata del sexto sentido. Le sigue a mucha distancia algún manjar exquisito, y sobre todo hoy en día que se ha puesto tan de moda la alta cocina, con lo que se podría llegar a excitar también los seis sentidos mencionados. Podríamos seguir enumerando eventos que nos proporcionarían placeres sensoriales, música, cine, perfumes…….

El tercero sería el afán de obtener fama y poder, ya que dirigimos nuestros actos inconscientemente hacia su consecución porque a nadie le agrada pasar desapercibido o ser un “don nadie”, pues en tal caso podría ocasionar problemas psicológicos e incluso la autoexclusión social.

El cuarto y último es la búsqueda incesante de reputación y renombre. A quien no le gusta estar bien considerado por sus familiares, vecinos y amigos, por no decir por la sociedad entera, “de este te puedes fiar” y de la misma manera, todos nos sentimos mal cuando nos reprueban o critican.

Si añadimos a estos impulsos a los que nos sentimos irremediablemente atraídos, la genética que marca nuestros rasgos físicos, salud e incluso sentimientos, el ambiente del país en que vivimos, con un nivel educativo, en el seno de una familia dada y en una escala social determinada, es muy posible, que al menos, nuestro futuro inmediato sea bastante canalizado, concreto y predecible.

Se podría decir que hasta el día de hoy he estado al albur de mi destino ya que me he dejado llevar por mis impulsos y condiciones; ¡estaba todo escrito!, pero ¿puedo hacer algo para cambiar esta tendencia? Ermitaños, anacoretas, místicos……. fanáticos religiosos ….y algún enfermo mental intentan eliminar las causas de raíz renunciando a las ya comentadas ocho debilidades humanas o intereses mundanos para no tener que sufrir sus consecuencias, el aferramiento y la aversión a los mismos. Algunos lo consiguen, pero otros suelen incrementar su rechazo a todo lo que viene del mundo exterior sufriendo igualmente sus consecuencias.

El método más práctico no es la “renuncia” total mencionada si no lo que se denomina “fluir”, es decir, intentar mantener una atención consciente de las emociones que nos surgen cuando sentimos atracción o rechazo, cuanto más práctica logremos en la observación, más se irán debilitando los impulsos automáticos y por ende, nuestras reacciones ante los acontecimientos, favoreciendo que gocemos más de las circunstancias favorables que nos ofrece la vida y suframos menos las negativas, observando que todo lo que nos ocurre, sea bueno o malo, es pasajero. Así, con estas técnicas de calma mental, mindfulness o meditación shamata-shiné podremos cambiar nuestro destino porque nuestras reacciones no serán tan intensas sin necesidad de llevar a cabo una renuncia total de nuestras posesiones, gozos y disfrutes.

Actualmente, la neurociencia parece apoyar esta teoría de cómo el entrenamiento sistemático en meditación puede aumentar la actividad en determinadas áreas del cerebro asociadas con la felicidad y la compasión. La cantidad de datos que se nos presentan constantemente no pueden ser controlados por el consciente, pues tiene un retraso considerable respecto al inconsciente. El 99% de lo que vemos es proyectado por nuestra memoria y sólo el 1% por nuestros órganos sensoriales, por lo que nuestro cerebro nos engaña con suma facilidad. De 11 millones de datos de información que recibimos ¡¡sólo nos damos cuenta de 40!! Eso implica que dos personas que están en las mismas circunstancias y en el mismo lugar al mismo tiempo pueden estar percibiendo cosas totalmente distintas, sería como decir que todo lo que percibimos es ilusorio. Es agotador para nuestro consciente procesar toda esta información, por lo que inconscientemente cambiamos al piloto automático y nuestro cerebro decide que es lo que nos interesa y que no sin que nosotros nos demos cuenta. Si nos observamos, veremos que el consciente no se ocupa del presente, siempre estamos proyectándonos entre el pasado y el futuro siendo marionetas de nuestro subconsciente y, por tanto, totalmente previsibles y determinados por nuestra forma de ser.

Las neuronas se relacionan mediante sinapsis creando entre ellas verdaderas relaciones de amistad, cotilleando constantemente entre ellas haciendo que veamos el mundo de una manera y un “color” determinado. Por suerte se está demostrando la gran plasticidad de la mente y que esas sinapsis pueden ser cambiadas mediante la meditación y en consecuencia nuestro destino.







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